Tiempo al tiempoCarlos G. García; César Augusto Cair; Didí Escobart; Diego Manuel Bejar ; Eduardo García; Guillermo Arróniz; Gustavo Liévano; Javier Quevedo Puchal; Juan Flahn; Miguel G.; Mónica Martín; Mª Concepción Regueiro; Raquel García Iñiguez; Roberto Carrasco; Sofía Olguín; Victor Manuel RuizStonewall.Junio 2013El tema central del libro es la Historia. Aunque a primera vista para muchos pueda resultar un tema poco atractivo, se ha hecho especial esfuerzo por conseguir una lectura amena y ligera. De esta manera, cada relato supone una historia completamente diferente, un nuevo salto en el tiempo y el espacio. Con relatos ambientados ...
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Siete tentacionesAA.VV.; Raquel García IñiguezStonewall.Diciembre 2012Este libro, escrito por seis autoras es una mezcla de estilos literarios muy personales y variopintos desde la comedia al drama pasando por el erotismo.
3. Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor[1]. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores. Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar setenta veces siete (Mt 18,22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!
4. Los libros del Antiguo Testamento habían preanunciado la alegría de la salvación, que se volvería desbordante en los tiempos mesiánicos. El profeta Isaías se dirige al Mesías esperado saludándolo con regocijo: Tú multiplicaste la alegría, acrecentaste el gozo (9,2). Y anima a los habitantes de Sión a recibirlo entre cantos: Dad gritos de gozo y de júbilo! (12,6). A quien ya lo ha visto en el horizonte, el profeta lo invita a convertirse en mensajero para los demás: Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz poderosa, alegre mensajero para Jerusalén (40,9). La creación entera participa de esta alegría de la salvación: Aclamad, cielos, y exulta, tierra! Prorrumpid, montes, en cantos de alegría! Porque el Señor ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido (49,13).
5. El Evangelio, donde deslumbra gloriosa la Cruz de Cristo, invita insistentemente a la alegría. Bastan algunos ejemplos: Alégrate es el saludo del ángel a María (Lc 1,28). La visita de María a Isabel hace que Juan salte de alegría en el seno de su madre (cf. Lc 1,41). En su canto María proclama: Mi espíritu se estremece de alegría en Dios, mi salvador (Lc 1,47). Cuando Jesús comienza su ministerio, Juan exclama: Ésta es mi alegría, que ha llegado a su plenitud (Jn 3,29). Jesús mismo se llenó de alegría en el Espíritu Santo (Lc 10,21). Su mensaje es fuente de gozo: Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría sea plena (Jn 15,11). Nuestra alegría cristiana bebe de la fuente de su corazón rebosante. Él promete a los discípulos: Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría (Jn 16,20). E insiste: Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón, y nadie os podrá quitar vuestra alegría (Jn 16,22). Después ellos, al verlo resucitado, se alegraron (Jn 20,20). El libro de los Hechos de los Apóstoles cuenta que en la primera comunidad tomaban el alimento con alegría (2,46). Por donde los discípulos pasaban, había una gran alegría (8,8), y ellos, en medio de la persecución, se llenaban de gozo (13,52). Un eunuco, apenas bautizado, siguió gozoso su camino (8,39), y el carcelero se alegró con toda su familia por haber creído en Dios (16,34). Por qué no entrar también nosotros en ese río de alegría?
a) La reforma de la Iglesia en salida misionera. b) Las tentaciones de los agentes pastorales. c) La Iglesia entendida como la totalidad del Pueblo de Dios que evangeliza. d) La homilía y su preparación. e) La inclusión social de los pobres. f) La paz y el diálogo social. g) Las motivaciones espirituales para la tarea misionera.
77. No obstante, como hijos de esta época, todos nos vemos afectados de algún modo por la cultura globalizada actual que, sin dejar de mostrarnos valores y nuevas posibilidades, también puede limitarnos, condicionarnos e incluso enfermarnos. Reconozco que necesitamos crear espacios motivadores y sanadores para los agentes pastorales, lugares donde regenerar la propia fe en Jesús crucificado y resucitado, donde compartir las propias preguntas más profundas y las preocupaciones cotidianas, donde discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia, con la finalidad de orientar al bien y a la belleza las propias elecciones individuales y sociales[62]. Al mismo tiempo, quiero llamar la atención sobre algunas tentaciones que particularmente hoy afectan a los agentes pastorales.
85. Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre. Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo. El que comienza sin confiar perdió de antemano la mitad de la batalla y entierra sus talentos. Aun con la dolorosa conciencia de las propias fragilidades, hay que seguir adelante sin declararse vencidos, y recordar lo que el Señor dijo a san Pablo: Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifiesta en la debilidad (2 Co 12,9). El triunfo cristiano es siempre una cruz, pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria, que se lleva con una ternura combativa ante los embates del mal. El mal espíritu de la derrota es hermano de la tentación de separar antes de tiempo el trigo de la cizaña, producto de una desconfianza ansiosa y egocéntrica.
153. En la presencia de Dios, en una lectura reposada del texto, es bueno preguntar, por ejemplo: Señor, qué me dice a mí este texto? Qué quieres cambiar de mi vida con este mensaje? Qué me molesta en este texto? Por qué esto no me interesa?, o bien: Qué me agrada? Qué me estimula de esta Palabra? Qué me atrae? Por qué me atrae?. Cuando uno intenta escuchar al Señor, suele haber tentaciones. Una de ellas es simplemente sentirse molesto o abrumado y cerrarse; otra tentación muy común es comenzar a pensar lo que el texto dice a otros, para evitar aplicarlo a la propia vida. También sucede que uno comienza a buscar excusas que le permitan diluir el mensaje específico de un texto. Otras veces pensamos que Dios nos exige una decisión demasiado grande, que no estamos todavía en condiciones de tomar. Esto lleva a muchas personas a perder el gozo en su encuentro con la Palabra, pero sería olvidar que nadie es más paciente que el Padre Dios, que nadie comprende y espera como Él. Invita siempre a dar un paso más, pero no exige una respuesta plena si todavía no hemos recorrido el camino que la hace posible. Simplemente quiere que miremos con sinceridad la propia existencia y la presentemos sin mentiras ante sus ojos, que estemos dispuestos a seguir creciendo, y que le pidamos a Él lo que todavía no podemos lograr.
Este libro arranca con aviones de combate sobrevolando Estambul, con bombas y disparos. Es el 15 de julio de 2016, y la autora contempla a través de la ventana el desarrollo del chapucero golpe de Estado que Erdogan sofocará en pocas horas, y que le proporcionará la excusa para activar un engranaje de detenciones y purgas. Cómo llegó Turquía, que aspiraba a ser europea y moderna, a semejante situación?
El volumen se organiza como un manual de instrucciones para llevar a un país de la democracia a la dictadura de facto en siete pasos, que la autora denuncia a modo de antídoto: crear un movimiento, trastocar la lógica y atentar contra el lenguaje, apostar por la posverdad, desmantelar los mecanismos judiciales y políticos, diseñar tu propio modelo de ciudadano, dejar que ese ciudadano se ría del horror y construir tu propio país a tu medida. Un texto imprescindible, que todos deberíamos leer antes de que sea demasiado tarde.
Erwin W. Lutzer ha servido como pastor en la Iglesia Moody de Chicago desde 1980. El doctor Lutzer es un teólogo renombrado y autor con varios premios en su haber de más de veinte libros.
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